jueves, 28 de octubre de 2010

Celebren… celebren


   Han tocado bocina, han gritado de júbilo y hasta han descorchado champagne.

  Quienes nos han acusado de soberbios, arrogantes, patoteros, rencorosos, irrespetuoso y decenas de otros adjetivos, empleados con el solo fin de descalificarnos, se regocijaron con perdida de nuestro líder.

   Ellos festejan nuestras muertes. ¿Eso es humildad?....   Prefiero nuestro llanto de dolor obrero. Prefiero el "patoterismo" de llenar  NUESTRA plaza para consolarnos. Es que la unión mitigo mínimamente la pena.  El desamparo dejo de ser  tal por un rato, porque nos teníamos para sostenernos y desahogarnos. Nosotros solo creemos en el amor, la igualdad y la inclusión. El odio es vuestro, acéptenlo.

   Claro que en algo tienen razón. No se puede, o por lo menos no sabemos, como llevar adelante semejante revolución social, económica y cultural, sin soberbia. No sabemos como enfrentar a la hegemonía del poder sin prepotencia. No sabemos como encarcelar a los genocidas, sin arrogancia. Es cierto, somos altaneros.

   Quienes festejaban en sus escondrijos -perdón- en sus casas, tuvieron que hacerlo en voz baja. Pero es falso que los susurros se debieran al temor de una reprimenda de alguno de nosotros. Lo hicieron de ese modo, porque  festejar la muerte siempre es una vergüenza. Porque después debían mirar a sus hijos a los ojos. Porque deben haber  tenido que deshacerse en explicaciones delante de esos pobres niños. Porque seguramente sus ojitos atónitos y escrutadores, tácitamente les habrán exigido una justificación, a la muestra de alegría ante la muerte.
   En lo personal tuve que explicarle a mi hija de 12 años, porque ella tenía que presenciar un hecho único en su vida; ver a su padre llorando desconsoladamente. Como resultado recibí, un beso, una caricia y un caluroso abrazo. Francamente no creo que hayan obtenido el mismo resultado.

   Y si su desvergüenza aparte de miserable, es tenaz; continúen alzando sus copas. Pero sepan que les ocurrió lo peor que podía ocurrirles. El 27 de Octubre, Néstor nos dejó huérfanos, pero el 28 de Octubre nació un mito, nació una leyenda, nació algo que se vislumbraba desde hace mucho que seria inexorable. El 28 de Octubre pario al Kirchnerismo y asuman que llego para quedarse para siempre, para toda la vida. Colmará las calles y las urnas, asi como hoy colmo la plaza. Lo hará con el gesto que nos caracteriza. Lo hará con la soberbia que tiene el paso de los vencedores.

1 comentario:

  1. Gracias, Norberto! Una caricia para el alma tu artículo... un abrazo nacional y popular

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